La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve una crisis sanitaria en lugares de trabajo del mundo entero. Los trabajadores y trabajadoras ven denegados continuamente incluso los elementos más básicos para la protección de su salud y seguridad, incluyendo consultas con representantes y comités de seguridad respecto a políticas y prácticas seguras respecto a la COVID-19, libre acceso a equipo de protección personal y no sufrir represalias por plantear inquietudes respecto a la salud y seguridad en el trabajo. Son problemas que existían ya antes de la pandemia, ocasionando millones de muertes cada año a causa de accidentes laborales o enfermedades relacionadas con el trabajo.
La pandemia ha venido a demostrar por qué la salud y seguridad debe constituir un derecho para cualquier persona que trabaja. La enfermedad en cualquier lugar amenaza su transmisión a todo el mundo. A instancias de los sindicatos durante la Conferencia Internacional del Trabajo en 2019 se acordó que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) debería reconocer la salud y seguridad en el trabajo como parte de los derechos fundamentales en el trabajo –principios de trabajo decente, vinculantes y aceptados universalmente para proteger a todos los trabajadores, en todo el mundo–. La Declaración del Centenario de la OIT admite que “condiciones de trabajo seguras y saludables son fundamentales para el trabajo decente”.
El 28 de abril de 2021, los sindicatos pueden enviar un mensaje de que la protección de la salud y seguridad en el trabajo debe reconocerse como un derecho para todos. Tanto si se trata de la COVID-19 o de cánceres profesionales, o bien de lesiones laborales y enfermedades industriales, todo trabajador ha de poder hacer oír su voz y tener derecho a la debida protección. Nadie debería arriesgarse a morir para ganarse la vida.
Recursos y actualizaciones de publicarán en las páginas dedicadas al 28 de Abril: www.28april.org